Ella era frágil. Pero ocultaba su fragilidad bajo una sonrisa que encantaba a todo su alrededor. Se tragaba todo el sufrimiento durante el día, y por las noches... se recostaba en su cama y liberaba sus lagrimas en la almohada. Se dormía así, cansada de llorar y pensar lo débil que era. Se levantaba al día siguiente, forzando nuevamente la sonrisa, con la esperanza de que alguien la tomara de los hombros, la mirara a los ojos y le susurrara ` ¿Qué te pasa?, sé que no estás bien´.